19 agosto 2007

Epigramas del emperador XXVII

¿Qué se necesita para que un hombre, o una mujer, se dejen caer de rodillas y supliquen con fervor?
Un buen discurso, retórica. Una espada afilada, infantería. Imágenes sugestivas, erótica. Ese sentimiento de cansancio, abatimiento, que algunos llaman culpa. Algo de dolor. Algo de miedo. Y el tiempo, la historia, los linajes, las supercherías.
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