El domingo 29 de julio, a los 57 años, falleció la arquitecta Laura Mazzini (uruguaya, montevideana). No la conocí personalmente, salvo por lo que me hablaron de ella. Los diarios la nombraron en los obituarios, y nada más. Y sí, no era Bergman, ni Antonioni. Era una luchadora social, investigadora universitaria, urbanista. Mucha gente la acompañó a su sepulcro, me consta. Era una mujer respetada y querida. Pensé que podía merecerse algún poema, aunque tal vez no este; no este, un responso, apenas, deficiente.
EN LA PENUMBRA, LA PENA
duele el duelo. Montevideo queda
sellada de silencio, bajo hielo
Planifica ciudades, territorios
de tierra y dudas y certezas
Trabaja con los pobres en la noche
del despojo salvaje, largo, lento
Y en el día esperado, como antes,
otra vez, le hace frente
careo en el juzgado:
denuncia los suplicios
denuncia quiénes fueron
da nombres de asesinos que andan sueltos
terroristas de Estado, militares
desde un cabo de cuarta al presidente
una semana después le revienta la aorta
su corazón explota
en el más crudo invierno que los vivos recuerden
¿Cómo ganarle a la muerte esta otra muerte,
cómo ganarle la última palabra,
cómo quitarle el último silencio?
Un responso de fuego,
leño a leño,
calentarse las manos y los ojos,
calentar la memoria que nos quede:
recordar que dio a luz en el cadalso,
que era generosa
y fue valiente
-
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31 julio 2007
15 julio 2007
Hipotermia
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nieva en Nueva Palmira
avisa el noticiero
y en esta latitud no nieva
nunca nieva
pero este invierno acecha
emborrasca atormenta
y el sol, un demagogo,
plebiscita su empeño
la nieve es un aviso
aunque aún no sabemos
qué advierte su mensaje
qué encubre
a quién alerta
* * *
ya no puede su cuerpo
calentarse la ropa
secarse la comida
cocinarse su sueño
el frío es más que frío
cuando baja de cero
y el cero es a la izquierda
en la sala de urgencias
* * *
hablar entrecortado las palabras
el viento
andar amodorrado los pies
el cabeceo
quedar entumecidas las manos
la conciencia
morir como un deseo que late indetectable
en la oscura caverna de este gélido invierno
* * *
el invernal reparto de suertes y faenas:
los coches calentitos y un cuidacoches muerto
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nieva en Nueva Palmira
avisa el noticiero
y en esta latitud no nieva
nunca nieva
pero este invierno acecha
emborrasca atormenta
y el sol, un demagogo,
plebiscita su empeño
la nieve es un aviso
aunque aún no sabemos
qué advierte su mensaje
qué encubre
a quién alerta
* * *
ya no puede su cuerpo
calentarse la ropa
secarse la comida
cocinarse su sueño
el frío es más que frío
cuando baja de cero
y el cero es a la izquierda
en la sala de urgencias
* * *
hablar entrecortado las palabras
el viento
andar amodorrado los pies
el cabeceo
quedar entumecidas las manos
la conciencia
morir como un deseo que late indetectable
en la oscura caverna de este gélido invierno
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el invernal reparto de suertes y faenas:
los coches calentitos y un cuidacoches muerto
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