El domingo 29 de julio, a los 57 años, falleció la arquitecta Laura Mazzini (uruguaya, montevideana). No la conocí personalmente, salvo por lo que me hablaron de ella. Los diarios la nombraron en los obituarios, y nada más. Y sí, no era Bergman, ni Antonioni. Era una luchadora social, investigadora universitaria, urbanista. Mucha gente la acompañó a su sepulcro, me consta. Era una mujer respetada y querida. Pensé que podía merecerse algún poema, aunque tal vez no este; no este, un responso, apenas, deficiente.
EN LA PENUMBRA, LA PENA
duele el duelo. Montevideo queda
sellada de silencio, bajo hielo
Planifica ciudades, territorios
de tierra y dudas y certezas
Trabaja con los pobres en la noche
del despojo salvaje, largo, lento
Y en el día esperado, como antes,
otra vez, le hace frente
careo en el juzgado:
denuncia los suplicios
denuncia quiénes fueron
da nombres de asesinos que andan sueltos
terroristas de Estado, militares
desde un cabo de cuarta al presidente
una semana después le revienta la aorta
su corazón explota
en el más crudo invierno que los vivos recuerden
¿Cómo ganarle a la muerte esta otra muerte,
cómo ganarle la última palabra,
cómo quitarle el último silencio?
Un responso de fuego,
leño a leño,
calentarse las manos y los ojos,
calentar la memoria que nos quede:
recordar que dio a luz en el cadalso,
que era generosa
y fue valiente
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